miércoles, 15 de noviembre de 2017

¿Me voy o me quedo?

Estos últimos días vivo en una mar de dudas, y os juro que lo de vivir en un mar nunca había sido tan cierto, pues llevo un tiempo con vértigos continuados que me hacen pasarme los días como montada en un barco, y ahí vamos, mar arriba, mar abajo, como el capitán Pescanova.
Pero como os decía, vivo en un mar de dudas por que, para variar, me como mucho la cabeza, la cabeza y todo lo que tengo en la despensa y en la nevera, que así estoy de ceporra, no no exagero, que de 10 kilos que quería adelgazar este año -propósito incumplido un año más- ya solo me falta perder 13...
Me como la cabeza porque me estoy planteando dar carpetazo a un montón de cosas, y entre ellas, por IN-CREIBLE que parezca, así dicho, con dos palabras, como decía Jesulín, he pensado en cerrar todas mis redes sociales...¡¡Ojiplaticos os he dejado!! No digáis que no...
Yo, la súper enganchada a todo lo que tenga que ver con contar mi vida, con publicar fotos haciendo la mona, etc... me planteo abandonar. Y es que para mí, las redes sociales tienen un montón de cosas buenas y otras que no lo son tanto...
Reconozco que soy adicta ante todo a Facebook, una red social que me ha “devuelto” gente que hace tiempo se había alejado de mi vida -ojo, igual no se alejaron ellos y me alejé yo-, a gente con la que me he reencontrado y he sentido una alegría desmesurada, a personas que han sido muy muy y MUY importante con mayúsculas en mi vida, que ni he olvidado con el paso de los años y a los que sigo queriendo como si el paso del tiempo, la distancia, etc no hubiese pasado.
Pero también hay cosas malas, malas para alguien como yo (leáse: muy muy muy sensible, muy muy llorona y muy muy... muy muy que me afectan todas las cosas “cagüen la ostia...).
Y no, no todos tus amigos de Facebook -ojo, que yo soy de las que los amigos que tengo en Facebook son gente que conozco, no gente al azar que te envían solicitudes de amistad y tu te pones a aceptar como una descosida para ser la más popular del lugar- son amigos de verdad, ni siquiera esos amigos que más tiempo lo han pasado a tu lado lo son.
Hay cosas que leo en ocasiones y me duelen, esta claro que no tienen por qué ir dedicadas a mi persona, que sé muy bien que el centro del Universo no soy, pero aún así duelen, y me pregunto: ¿vale la pena? ¿vale la pena estar leyendo cosas que hacen que esté triste? 
Tengo gente que muchas veces me dice que no debería ser así, que no me tendrían que afectar tanto las cosas, que tengo que pensar más en mi, y yo agradecida escucho consejos, pero ¿sabéis una cosa? A mi me gusta ser así, tengo la mecha muy corta, es verdad y me enfado mucho y pronto por cosas que igual son banales,  pero a la hora de la verdad solo soy un corazón con patas, me gusta ser sensible, me gusta no ser una personas fría y no mirarme solo el ombligo, me gusta que la gente sepa que la quiero, me gusta querer y por desgracia me gusta que me quieran, si alguien necesita algo y yo puedo ofrecerle mi ayuda lo hago sin pensarlo, y me gusta ser así porque espero que el mundo sea así, porque no me gusta lo que veo en las noticias, no me gusta el egoísmo y no me gusta la hipocresía.
Y no solo es facebook, hablo de grupos de whassatph, de instagram y de todo lo que tenga que ver con el contacto de no estar cara a cara con las personas.
Así que entre vaivén y vaivén, ola y ola, barco arriba y barco abajo, no sé si mandarlo todo a “escaparrar” o quedarme un ratito más.

Posdata: no hace falta que ningun@ de los que me leéis os sintáis por aludid@os, esto viene ya de largo y sin motivo aparente, quiero decir, no me ha pasado nada grave que me haya hecho plantearme esto así de golpe, si no que son rachas porque veo que estoy algo aplatanada últimamente y que lo que me afecta es leer cosas que no me gustan.
Besines.


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