1000
años y un día después... resulta que el blog no estaba muerto y es
que andaba de parranda, ya lo decía la canción de ¿Peret? Ay, esto
de cumplir años, es lo que tiene, una pierde la memoria y ya no se
acuerda quien cantaba los “grandes éxitos” del año de la polka,
ni que es lo que comí ayer, eso es así... maldita manía de ir
perdiendo recuerdos por el camino.
Como
veis, tras esos 1000 años sin escribir, hay cosas que no cambian,
mezclo temas como se mezclan las prendas de ropa, que si churras con
meninas, cuadros con raya diplomática o zapatillas runner con
vestidos de cóctel, es lo que se lleva, ya no hay normas, ya cada
cual puede salir como quiera.
Y
tras perder la memoria en un cajón, como hace ya tiempo la
inspiración, vuelvo, que parece que el ritmo que llevamos en el día
hace que dejemos las cosa “menos importantes” apartadas, sin
darnos cuentas que esas son las que más momentos de felicidad nos
brindan, por eso aquí me veis, desempolvando mi blog e intentando
contaros cosas serias... ya sabéis, como soy yo, seria seria, como
los soldados británicos con sus sombreros de tres pisos que hacen
guardia frente al Palacio Real paseo arriba paseo abajo.
En
fin, que hoy he decidido sentarme cara la pantalla del ordenador, con
unos vértigos que tengo que parece que voy subida a la noria del
parque de atracciones, y dejar a mis dedos soltar toda verborrea que
pase por mi cabeza y de paso, sonreír un poco e intentar como
siempre haceros sonreír a vosotros también.
Qué,
a lo que iba a todo esto, después de una pedazo introducción de
tropecientas frases sin sentido, era a eso mismo, a que dejamos de
lado las cosas que realmente nos gustan por centrarnos en las
obligaciones del día a día, y acabamos con cara de acelga porque
nunca tenemos suficiente tiempo de practicar esas pequeñas cosas que
nos causan placer -léase en mi caso aunque a poca gente le importe:
escribir y dibujar, la papelería, las manualidades en todas sus
extensiones, leer, la cocina...- y nos centramos en planchar la
ropa, hacer las labores del hogar hasta que la casa esté perfecta
como si en un museo viviésemos, y por supuesto, trabajar, trabajar y
trabajar, que en ocasiones y aunque no sea mi caso exclusivamente,
veo a gente que en vez de trabajar para vivir, parece que vivan para
trabajar...
Tomémonos
las cosas con más calma, disfrutemos de las cosas que nos gustan,
que total estamos de paso y yo, ni quiero ser la más rica del
cementerio ni que mi casa sea de todo menos un hogar.
PD:
A veces consejos vendo y para mi no tengo... pero no es el caso, aquí
me tenéis retomando esas pequeñas que me hacen feliz: mi blog. Nos
vemos pronto.
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