jueves, 26 de octubre de 2017

1000 años y un día después.

1000 años y un día después... resulta que el blog no estaba muerto y es que andaba de parranda, ya lo decía la canción de ¿Peret? Ay, esto de cumplir años, es lo que tiene, una pierde la memoria y ya no se acuerda quien cantaba los “grandes éxitos” del año de la polka, ni que es lo que comí ayer, eso es así... maldita manía de ir perdiendo recuerdos por el camino.
Como veis, tras esos 1000 años sin escribir, hay cosas que no cambian, mezclo temas como se mezclan las prendas de ropa, que si churras con meninas, cuadros con raya diplomática o zapatillas runner con vestidos de cóctel, es lo que se lleva, ya no hay normas, ya cada cual puede salir como quiera.
Y tras perder la memoria en un cajón, como hace ya tiempo la inspiración, vuelvo, que parece que el ritmo que llevamos en el día hace que dejemos las cosa “menos importantes” apartadas, sin darnos cuentas que esas son las que más momentos de felicidad nos brindan, por eso aquí me veis, desempolvando mi blog e intentando contaros cosas serias... ya sabéis, como soy yo, seria seria, como los soldados británicos con sus sombreros de tres pisos que hacen guardia frente al Palacio Real paseo arriba paseo abajo.
En fin, que hoy he decidido sentarme cara la pantalla del ordenador, con unos vértigos que tengo que parece que voy subida a la noria del parque de atracciones, y dejar a mis dedos soltar toda verborrea que pase por mi cabeza y de paso, sonreír un poco e intentar como siempre haceros sonreír a vosotros también.
Qué, a lo que iba a todo esto, después de una pedazo introducción de tropecientas frases sin sentido, era a eso mismo, a que dejamos de lado las cosas que realmente nos gustan por centrarnos en las obligaciones del día a día, y acabamos con cara de acelga porque nunca tenemos suficiente tiempo de practicar esas pequeñas cosas que nos causan placer -léase en mi caso aunque a poca gente le importe: escribir y dibujar, la papelería, las manualidades en todas sus extensiones, leer, la cocina...- y nos centramos en planchar la ropa, hacer las labores del hogar hasta que la casa esté perfecta como si en un museo viviésemos, y por supuesto, trabajar, trabajar y trabajar, que en ocasiones y aunque no sea mi caso exclusivamente, veo a gente que en vez de trabajar para vivir, parece que vivan para trabajar...
Tomémonos las cosas con más calma, disfrutemos de las cosas que nos gustan, que total estamos de paso y yo, ni quiero ser la más rica del cementerio ni que mi casa sea de todo menos un hogar.

PD: A veces consejos vendo y para mi no tengo... pero no es el caso, aquí me tenéis retomando esas pequeñas que me hacen feliz: mi blog. Nos vemos pronto.



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