viernes, 8 de abril de 2016

Soy afortunada.

Me he dado cuenta de que soy una chica con suerte. No sé muy bien como ha sido, es algo que muchas veces lo pienso, pero hoy, como que me he dado más cuenta. Y lo digo, porque aunque soy una chica con suerte, a veces también soy un poco quejicosa, y eso es algo que también tengo que cambiar, no por ti, ni por el otro de más allá, sino por mí, para gustarme más.
Leyendo el facebook, del que soy tremendamente aficionada, he visto que mucha gente se queja en silencio, en silencio es lo que yo denomino: pongo imágenes de Internet de esas que vienen con frase. Con frase que me va al pelo, y así sin decir nada lo digo todo, y no, si me preguntan solo me escudo en: No, la vi en la red, me gustó y la publiqué.
Pues no sé yo, porque yo todo lo que publico es porque de forma indirecta o directa me afecta, y si me siento triste, lo cuelgo, si me veo gorda, lo cuelgo también y si me leo un libro lo comparto con el mundo de igual manera, de igual manera que publico la foto de una receta que hice y me salió buenísima o un selfie haciendo la mona. Para mí, mi facebook es un libro abierto de mi vida.
Y bueno, leyendo leyendo me doy cuenta de que soy una chica con suerte, tengo más de lo que podía prever en un pasado no tan lejano, y por más incluyo también los putos kilos de más que me acompañan alrededor de la tripa, la cara de pan que se me ha echo y las lorzas tan hermosas que me están apareciendo, pero bueno, lo contrarresto con que pese a todo, tengo un marido que me sigue diciendo lo guapa que soy, lo mucho que le gusto de igual manera y todo lo que me quiere... Así que no me puedo quejar, pero si ponerme a dieta, jajaja. 
Soy afortunada porque viviendo aquí me he dado cuenta de que tengo más amigos de los que tuve toda una vida en mi pueblo, de que más o menos mi familia tiene salud y de que lo más importante en el mundo para mi, que es mi hija, crece feliz sin carencias. 
Soy afortunada, tremendamente afortunada, y no le presto toda la atención que debería porque me centro mucho en las cosas que no me han salido como esperaba o en pequeñas miserias que todos tenemos. 
Por eso, me gustaría que al igual que yo, toda la gente resalte a partir de ahora lo bueno que nos rodea, y nos dejemos de quejar un poco, que si llueve: nos quejamos. Que si sale el sol: nos quejamos. Que si la camiseta que me quería comprar no está en mi talla: me quejo...
Veamos un poco más las noticias y seamos realistas, somos más afortunados de lo que creemos. Vamos a dejar de quejarnos. Y tu la primera, Veroniqueta. 



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