Todos tenemos días y días, incluso
a veces semanas… Puede que alguien tenga hasta meses, pero a lo que voy.
Yo tengo uno de esos días, días
de agobio, días en los que gritarías sin parar, días en los que me molesta
todo, días en los que una (o varias) personas se te cruzan y por mas sonrisas
que te hagan, lo único que quieres es perderlos de vista… ¿Soy yo acaso la
única mortal que tengo esos días?
Bueno, yo estos días los tengo de
normal una vez al mes, y no, no coincide con la menstruación mal pensados,
aunque últimamente los tengo más espaciados (y gracias a Dios), pero hoy lo
tengo y no me es nada grato, sobretodo porque sé que una vez más me tengo que
morder la lengua y tragarme pensamientos para no cargarme la “armonía familiar”
que intento que reine entre mi familia (la mía y la política).
No quiero entrar en muchos
detalles aunque muchos de vosotros que me conocéis ya sabéis de que pie cojeo y
de que es lo que me quejo. Pero es que hay veces –muchas más de las que me
quejo- que no me siento libre, libre en cuanto a como vivir mi vida, libre en
cuanto a hacer lo que me plazca, libre en no tener que estar dando
explicaciones de mi día a día, y no, no me refiero a vivir una vida loca y
dejar de lado a mi marido, gracias a que él no es así, y yo con él tengo
confianza absoluta al igual que espero que la tiene conmigo y no tengo que decirle
a donde estoy ni con quien ni nada… Me refiero a lo que nombraba antes: la “familia”.
Y es que soy muy joven, tengo una
hija de tres años que empieza a querer hacer cosas, ir a sitios y estar con
gente y yo, me muevo a través de ella, y a través de ella he conseguido amigas
de maravilla, gente con la que echar unas risas, con las que hablar sin tabús,
contarnos nuestras cosas de “madre y esposas entregadas” y lo último que me
apetece es que me corten el rollo los abuelos, abuelos que necesitan como el
aire ver a su nieta cada día, pero no veinte minutos, si no dos horas y que se
quedan alrededor invadiendo (no quiero decir que lo hagan intencionadamente) tu
intimidad y el momento en el que estas en compañía de las amigas que nombraba
anteriormente y que tanto tiempo me ha costado encontrar tras vivir en esta
ciudad que no es la mía y en la que durante tanto tiempo me he sentido tan
extraña.
Y es que lo de los abuelos es
tema delicado, porque… ¿cómo te enfrentas a ellos y dices las cosas sin hacer
daño?¿cómo se aborda el tema para que todo siga con armonía y no se desencadene
la guerra atómica? Yo, que he tenido a mis cuatro abuelos hasta bien mayor, sé
la importancia de tener relación con estos, para mí los abuelos son pilar
importante en la educación, crianza y vivencia de mi hija en este caso. Pero
vamos, que todos tenemos días y días, y yo estoy en ese día que necesito mi
trocito de espacio, en el que disfrutar y decir la grosería que quiera sin
medir las palabras por lo que la familia pensará, en el que llegar a casa y
ponerme el pijama y tirarme en el sofá sin quiero sin estar pendiente de la
visita diaria. ¿Pido algo raro?
Y a todo esto no quiero sentirme
mal, pensar que la estoy cagando, que voy a ser la manzana podrida o que mi
familia va a saltar en mil pedazos. Sinceramente, creo que lo voy sobrellevando
bien porque son ya muchos años, pero en días como hoy, de verdad, creo que voy
a explotar y no quiero que ocurra… ¡¡AYUDA!!
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