martes, 31 de marzo de 2015

Cosas de la primavera.

Bueno… pues ya llegó la primavera, y con ella el “caloret” el de fallas no, desde luego, este ha llegado más tardío, el “caloret” de la semana Santa lo llamaremos, pero “caloret” a fin y al cabo. Y con la primavera de paso el cambio de hora, la polinización, las alergias, la alegría de la huerta oiga…
A todos menos a servidora, que le da por los picores, de ojos, de cara, de cuello, de granos, de alergias, de sueño y ¿cómo no? De esa rara tristeza que llega con los cambios… ¡¡Tengo el pack completo!! ¡¡Marchando una de quejidos varios, que llegó la dolorosa Señores!!
Y es que a mí, la primavera me afecta, la sangre se me altera, y a varios niveles por lo que veo porque mi cara comienza a parecer una paella de granos que pican como si no hubiera mañana por algún tipo de alergia desconocida que no se sabe de donde viene, me salen habones en la piel y me cambia el humor hasta que le pillo el truquillo a este cambio.
Sin más, os diré que ayer, apagué las noticias tan solo acabar los titulares, y es que o la apago o salimos de mi casa en canoa y esto parece la nueva Venecia, pero me pongo sensible modo: AL MÁXIMO. Y me afecta todo todito todo, así que cuidado con llamarme tonta el culo que en un momento dado os monto la fuente de los doce caños aquí en vivo y en directo con agua salada vertiendo de mis ojos.
Si es que o me lo cojo con humor o me pego un tiro, menos mal que una ya se va conociendo y poco a poco creo que esto se irá pasando, como en anteriores ocasiones. Paciencia para los que me rodean que son los que me tienen que aguantar, cuando yo misma no puedo ni conmigo. Y es que la primavera me pone paranoica, como dice mi querido esposo, que ya no se sorprende de nada.
Y tranquilos, que ahora lo único que me ha dado por pensar, es que no me siento querida, no por mi marido, sino por la gente de alrededor, pero vamos, que otras veces me da porque me siento sola, otras porque caigo mal a la gente y ahora… pues eso, porque no me quieren. Y si, ya tengo frase para auto-motivarme yo sola, hasta que esta tontería se vaya por donde vino, y de paso os la comparto por si hubiera otro “bicho raro” en el planeta que se siente como yo (cosa que dudo seriamente, pero en fin…).
Solo porque alguien no te ame como tu quieres, no significa que no te ame con todo su ser.

Vamos que quien no se consuela es porque no quiere y aquí una, ya se sabe hasta consolar sola… ea, ea, ea… y que pase ya este loco principio de primavera.

Besitos.

lunes, 23 de marzo de 2015

Buscando en mi baúl de los recuerdos...

No sé que día mi mente decidió dejar de guardar recuerdos, malos y buenos, me di cuenta hace bastante tiempo, pero no sé cuando ella tomó la decisión por cuenta propia.
El no guardar recuerdos no es bueno, aunque borres las cosas malas que hayan ocurrido, pero también borras las buenas y no recordar cosas vividas es muy triste.
Fue hace tiempo, en reuniones familiares, en las que se cuentan vivencias, cuando todos cuentan anécdotas en las que tu estabas presente y no recuerdas nada, luego me di cuenta que en las reuniones con amigos también me ocurría y de repente, tiempo detrás, me llegaban fotos en las que yo aparecía pero no recordaba –y sigo sin recordar- nada de aquellos momentos.
El médico no le da importancia, pero tengo 35 años y es triste no poder recordar cosas… Creo que mi mente lo hizo conscientemente por bloquear todo lo malo ocurrido en mi infancia, adolescencia y después… como mecanismo de defensa, pero no me parece bien.
Tiene su punto bueno, está claro, porque tampoco recuerdo malos momentos, pero claro, que si Menganito me la juega, yo lo perdono porque no recuerdo que es lo que me ha llevado a estar enfadada con él como una mona.

Así que he decidido escribir un diario, escribir en él mí día a día con el fin de poder recordar cada cosa que me ocurre, cada cosa que siento, cada cosa que vivo. Porque no quiero tener una vida como un libro en blanco, quiero tener mis recuerdos y si puede ser, que en ellos estés TÚ…

jueves, 12 de marzo de 2015

Cosas que me preocupan.



Todos tenemos cosas que nos preocupan. Nos preocupa estar bien y que los nuestros lo estén, que gocen de salud y llevar una vida tranquila, nos preocupa quedarnos sin trabajo, no llegar a fin de mes, nos preocupa la educación de nuestros hijos… Preocupaciones tiene todo el mundo. Pero también es verdad que muchos nos preocupamos solo de eso que abarca nuestro entorno, el resto ya se apañará. ¿O no?
Muy poca gente se preocupa de lo que le pasa al vecino, de lo que pasa en la ciudad de al lado, imaginaros ya de lo que pasa en otros países. Pensamos: “En que no nos salpique a nosotros…” Y a mí, eso si me preocupa, me preocupa el egoísmo de la gente, el que tan solo miremos nuestro ombligo, el no ser educados, respetuosos, solidarios…
Esta semana,  he vivido varias situaciones involucradas con el racismo, y me paro a pensar lo mal que lo pasará las personas de otras razas que viven en nuestro país y tienen que aguantar día si y día también insultos, menosprecios, etc. Yo, como ya he dicho, he tenido un par de situaciones y ya me he agobiado, no quiero imaginar ellos lo mal que lo estarán pasando día tras día.
La mayoría de emigrantes que hay en nuestro país, ha venido para buscar una vida mejor, trabajar, mandar dinero a sus familiares, intentar conseguir cosas que por desgracia en su país no hay, y han dejado allí a sus seres queridos, que se nos olvida que aunque sean negros, amarillos o del color que sean, también tienen sentimientos, corazón y alma. Se han embarcado en una aventura no demasiado “cómoda” en las que tienen que vivir situaciones que deben ser infernales como: “Esa ha venido para cazar a alguien, casarse y sacarle todo el dinero”.”Vienen de fuera para robarnos nuestros empleos”. Y muchas cosas más que no quiero ni relatar. Y si, es cierto, que de todo hay en el mundo del señor, y que habrá algún emigrante delincuente, pero no más que españolitos que viven en nuestro país.
No hace falta recordar el caso Bretón, donde un individuo mataba a sus dos hijos, o el caso Marta del Castillo donde varios personajes mataron a una adolescente y siguen sin decir donde se encuentra el cadáver, o el caso de Sandra Palo, son ejemplos de muchas más cosas que pasan en nuestro país, con gente como tu y como yo, blanquitos de piel y pasaporte o DNI español.
Ni tampoco tengo que recordar, que muchos emigrantes trabajan en la cogida de cítricos porque hay mucho españolito que ni quiere estudiar, ni quiere doblar la espalda.
A veces, me pregunto, si toda esa gente racista se ha parado a pensar, que si un día estuvieran muriendo, ellos, o algún ser muy querido, porque necesitaran un pulmón, un riñón o un corazón y el único órgano viniesen de un afroamericano, marroquí o rumano, si no lo aceptarían por ser de una raza distinta a la suya… De verdad, me preocupa lo que se va a encontrar la mayoría de niños en este mundo cuando crezcan, me preocupa la herencia que les dejemos. Bajo la piel de un ser humano, hay lo mismo que tienes tu, hagamos un esfuerzo y no juzguemos a la gente tan a la ligera por un color de piel. No es justo.

Por cierto, hoy no es el día contra el racismo ni nada parecido, pero no creo que haga falta que haya un día para que todos seamos buenos y respetuosos.

martes, 10 de marzo de 2015

Esos días...

Todos tenemos días y días, incluso a veces semanas… Puede que alguien tenga hasta meses, pero a lo que voy.
Yo tengo uno de esos días, días de agobio, días en los que gritarías sin parar, días en los que me molesta todo, días en los que una (o varias) personas se te cruzan y por mas sonrisas que te hagan, lo único que quieres es perderlos de vista… ¿Soy yo acaso la única mortal que tengo esos días?
Bueno, yo estos días los tengo de normal una vez al mes, y no, no coincide con la menstruación mal pensados, aunque últimamente los tengo más espaciados (y gracias a Dios), pero hoy lo tengo y no me es nada grato, sobretodo porque sé que una vez más me tengo que morder la lengua y tragarme pensamientos para no cargarme la “armonía familiar” que intento que reine entre mi familia (la mía y la política).
No quiero entrar en muchos detalles aunque muchos de vosotros que me conocéis ya sabéis de que pie cojeo y de que es lo que me quejo. Pero es que hay veces –muchas más de las que me quejo- que no me siento libre, libre en cuanto a como vivir mi vida, libre en cuanto a hacer lo que me plazca, libre en no tener que estar dando explicaciones de mi día a día, y no, no me refiero a vivir una vida loca y dejar de lado a mi marido, gracias a que él no es así, y yo con él tengo confianza absoluta al igual que espero que la tiene conmigo y no tengo que decirle a donde estoy ni con quien ni nada… Me refiero a lo que nombraba antes: la “familia”.
Y es que soy muy joven, tengo una hija de tres años que empieza a querer hacer cosas, ir a sitios y estar con gente y yo, me muevo a través de ella, y a través de ella he conseguido amigas de maravilla, gente con la que echar unas risas, con las que hablar sin tabús, contarnos nuestras cosas de “madre y esposas entregadas” y lo último que me apetece es que me corten el rollo los abuelos, abuelos que necesitan como el aire ver a su nieta cada día, pero no veinte minutos, si no dos horas y que se quedan alrededor invadiendo (no quiero decir que lo hagan intencionadamente) tu intimidad y el momento en el que estas en compañía de las amigas que nombraba anteriormente y que tanto tiempo me ha costado encontrar tras vivir en esta ciudad que no es la mía y en la que durante tanto tiempo me he sentido tan extraña.
Y es que lo de los abuelos es tema delicado, porque… ¿cómo te enfrentas a ellos y dices las cosas sin hacer daño?¿cómo se aborda el tema para que todo siga con armonía y no se desencadene la guerra atómica? Yo, que he tenido a mis cuatro abuelos hasta bien mayor, sé la importancia de tener relación con estos, para mí los abuelos son pilar importante en la educación, crianza y vivencia de mi hija en este caso. Pero vamos, que todos tenemos días y días, y yo estoy en ese día que necesito mi trocito de espacio, en el que disfrutar y decir la grosería que quiera sin medir las palabras por lo que la familia pensará, en el que llegar a casa y ponerme el pijama y tirarme en el sofá sin quiero sin estar pendiente de la visita diaria. ¿Pido algo raro?

Y a todo esto no quiero sentirme mal, pensar que la estoy cagando, que voy a ser la manzana podrida o que mi familia va a saltar en mil pedazos. Sinceramente, creo que lo voy sobrellevando bien porque son ya muchos años, pero en días como hoy, de verdad, creo que voy a explotar y no quiero que ocurra… ¡¡AYUDA!!

martes, 3 de marzo de 2015

Cuestión de actitud.

Ayer por la mañana –fue lunes- me pasó una cosa muy curiosa, algo que me llamó la atención. Eran poco menos de las nueve de la mañana, y llevaba a mi hija al colegio, cuando de repente me crucé con un señor de más o menos mí edad que me dijo sin conocerlo de nada: Buenos días.
¡Vaya! Pensé. Me quedé un poco descolocada. Pues aunque es de buena educación saludar a las personas, hoy en día es raro que alguien a quien no conoces te salude. –Y más siendo lunes-. El caso, es que 200 metros más allá, me crucé con una señora y también me saludó con un “buenos días” que ya me hizo replantearme que algo raro ocurría.
Me paré al llegar al cole con Iris, y me chequeé delante del cristal de las puertas de la clase de mi hija, fue cuando entonces caí en la cuenta de que en mi cara de acelga, dibujada había una sonrisa, así, sin venir a cuento, allí estaba, un lunes por la mañana (perdonar que recalque lo del lunes tanto, pero es que no soy a la única persona del mundo que ese día se le hace un poquito cuesta arriba y me consta).
Y es que parece que poco a poco la vida me va cambiando, a mí, a la quejica que hace dos días lloraba por las esquinas, que si no tenía amigas, que si estaba gorda, que si me dolía la uña del dedo… Y de repente, el día que decides dejar de quejarte por todo, pues aparecen gente en tu vida que te hace sonreír, sentirte querida, que cuentan contigo, y esas personas se convierten poco a poco en confidentes, en amigas, en esas que tanto añorabas y te quejabas de que no tenías. Y coges y montas un “equipo” con ellas, y te apuntas al gimnasio (¡¡qué importante ha sido el gimnasio!!) y el hacer ejercicio, el moverte, te hace que estés de mejor humor… y decides, pues me pongo a dieta, si no para perder peso, para al menos comer como toca, dejar de picotear y estar más sana, y así, con una pieza tras otra, funciona un engranaje perfecto y todo parece mucho más fácil de afrontar y esa cara de acelga se convierte en una cara con sonrisa, y está claro que con una sonrisa todo es mucho más fácil….

¿OS apuntáis?