Llevo unos días de muy mal humor,
de esos que por pocas cosquillas que me hagas empiezo a escupir sapos y
culebras por la boca. Me asusto con nada, ayer sin ir más lejos mi hija me
quiso hacer la gracia y se levantó sin que me diera cuenta, cogiéndome por detrás
y gritando: ¡uh! Y del salto que di casi se va para atrás, me contuve, es una
niña, pero en ese momento me acordé de toda su familia, que por ende es la mía.
De tarde, ya sin la luz del sol,
fui a comprar con ella, pasó un quad de esos por la avenida, que hacen más
ruido que una mascletà en fallas, y del estruendo que hacía, yo estaba más
asustada que un globo en un vivero de cactus –perdonar la gracia, intento no
perder el mal humor a la fuerza, aunque me cuesta- y de repente, ante tal
ruidera, un extranjero, y subrayaré que no era musulmán, se puso a gritar en un
idioma que no entendí, dado su estado de embriaguez ¿sabéis lo que sentí? Pánico,
ese pánico que desde el viernes quieren que sintamos la humanidad… Si, conmigo
lo habéis conseguido.
Aclarar que sé muy poco del tema,
soy bastante inculta y reconozco no haberme informado lo suficiente, solo daré
opinión como persona de a pie, que lo único que quiere es vivir en paz y
disfrutar de mi día a día como quisiera que todo el mundo lo hiciera. Yo no soy
quien para tachar ni juzgar de quienes son los buenos y quienes los malos, pues
creo que ninguno es ni santo ni demonio, aquí quien más y quien menos tiene su
culpa. Lo que si soy es una hipócrita, una pava que cuando pasa esto en el país
galo, se asusta de que estén tan cerca y de que nos puede pasar a nosotros,
cuando por ignorancia, desconocimiento o falta de interés, no soy capaz de ver
que está pasando lo mismo, con muchas más víctimas, día si día también en
Siria…
Os diré que para mí, todos son culpables,
los terroristas que se inmolan matando a personas inocentes en nombre de un
Dios que se echaría las manos a la cabeza si viese tal barbarie, y esos países
que los tildan de asesinos, que bombardean sus ciudades, cuando son ellos
mismos los que les están vendiendo las armas. Porque pobres franceses muertos,
pobres gentes de nacionalidades diversas que estabais allí, vosotros sin culpa
ninguna os encontrasteis un macabro destino, mientras vuestro presidente huía
protegido dejándoos a la merced de cuatro fanáticos que con bombas y
metralletas creían que matando conseguirían algo más que meter miedo. Pero
pobres sirios, que cada día viven bombardeos, victimas de vivir en un sitio
donde unos terroristas se han confinado, y ven morir a sus hijos, maridos,
mujeres, y familiares… ¿ellos son de otra categoría a la nuestra por ser
musulmanes?¿juegan a caso en segunda división?¿o es que como nos pilla más
lejos no nos apetece mirar para allá? Porque yo os digo algo, al igual que
españoles buenos, hay otros que no los son, y al igual que musulmanes
terroristas, los hay –la mayoría- que no lo son.
Me he dado cuenta que no estoy de
mal humor, lo que estoy es acojonada, triste, enrabiada, porque me gustaría que
estoy no fuese así, preferiría que los cuatro que se quieren hinchar a pegar
tiros o tirar bombas se encerrasen en un circulo y que entre ellos solucionaran
sus problemas del modo que lo vieran más conveniente y dejaran al resto vivir.
Me gustaría que la televisión no informara a medias y que no juzgáramos antes
de pensar, me gustaría saber que poder decirle a mi hija de cuatro años que me
pregunta porque el mes que viene ya no podemos ir a Disney Paris cuando le digo
que ha ocurrido un accidente… Me gustaría que la gente se diese cuenta de una
puta vez que aquí todos somos iguales y que venimos para cuatro días y lo mejor
es pasarlos en armonía, disfrutarlos y no amargarse con estas cosas, me
gustaría que tuviéramos cojones de salir todos a la calle y levantáramos la voz
contra esta mierda y no miráramos a otro lado y encogiéndonos de hombros nos preguntáramos:
¿Es que acaso puedo hacer yo algo? Quiero que hayan fechas para señalar en el
calendario por motivos de alegría, y no quiero que hayan más 11-S, 11-M, 13-N
para mirar hacía bajo y llorar.
No quiero tener miedo.